El Hospital Fátima de Vigo implanta el primero de estos dispositivos en España, que vienen avalados por un extenso uso en Estados Unidos.
El catéter subcutáneo para hemodiálisis reduce en un 70 por ciento el riesgo de infecciones que se producen con los dispositivos ordinarios externos.
Facilita, además, la diálisis de los pacientes con lesiones venosas centrales. Son los principales beneficios de un sistema que se viene utilizando en Estados Unidos desde el año 2008 y que en nuestro país acaba de implantarse por primera vez en el Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima, de Vigo. El paciente, un varón de 84 años de edad que reside en un municipio próximo a la ciudad pontevedresa, fue intervenido el pasado jueves. Ya ha recibido el alta hospitalaria y se encuentra en el domicilio a la espera de continuar con su tratamiento de diálisis.
La intervención consiste en implantar una fístula (denominada comercialmente HeRO de Medcor) que permite una conexión subcutánea entre la vena cava superior y la arteria braquial en brazo. Está indicada fundamentalmente para pacientes con estenosis de las venas centrales. «Nos permite atravesar la zona con estenosis y conseguir esa comunicación de manera subcutánea. Por tanto, se producen menos infecciones que con los catéteres externos y disminuyen las complicaciones derivadas del hecho de llevar un catéter externo en el tórax. La calidad de vida del paciente es mejor», ha destacado el responsable de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Fátima de Vigo, Juan José Vidal Insua, que ha dirigido la operación. El Hospital Fátima de Vigo pertenece al grupo sanitario Vithas.
Quirófano apto
El implante tiene que realizarse en un quirófano radiológico apto para llevar a cabo una técnica híbrida endovascular y de cirugía abierta al mismo tiempo: «En una parte endovascular hay que conseguir colocar un catéter en la vena central con radioscopia, y una parte quirúrgica, en la que hay que hacer una anastomosis arterial para unir el catéter con la arteria braquial».
Precisamente esta intervención quirúrgica abierta es el motivo de que el paciente tenga que estar ingresado 24 horas en observación.
El carácter híbrido de la técnica exige también que el profesional que la emplee domine perfectamente ambos terrenos: «Lo ideal es saber hacer las dos cosas o que se encargue de la intervención un equipo con un radiólogo y un cirujano», apunta Vidal Insua, quien estima que entre el 5 y el 10 por ciento de los pacientes que necesitan diálisis podrían llegar a beneficiarse de este procedimiento.
Los riesgos de la intervención se reducen a la posibilidad de que el enfermo tenga una lesión venosa que impida el paso de la guía y los habituales de cualquier fístula de diálisis, como los hematomas.
Unos 8.000 dispositivos
En Estados Unidos se han colocado más de 8.000 dispositivos desde el año 2008, pero el procedimiento no recibió hasta el año 2011 la pertinente autorización administrativa para utilizarse en los hospitales europeos. El coste asciende a unos 2.500 euros, aunque los resultados preliminares de algunos estudios realizados en Estados Unidos indican que puede ser coste-efectivo, dado que se evitan catéteres de repetición y el coste que implica el tratamiento de las infecciones.